martes, 25 de enero de 2011

Hasta pronto!

Hola bloggers! Estoy emocionada porque el jueves (ya sólo me queda mañana) me voy con los de primero y segundo de bachillerato de mi clase de alemán del instituto a Berlín cinco días y me muero de ganas de ir! A parte que nos conocemos todos porque llevamos 5 años juntos y hay muchisima confianza, tanto como con el profesor, como entre nosotros, como con los de 2º, es la primera excursión con el instituto de más de un día.
En Alemania he estado en la Selva Negra (un campamento que JAMÁS olvidaré) y de intercambio en Bonn. Es un país y un idioma que me encanta.
Pero en fin, que me voy en un día y estaré desaparecida unos cinco, porque allí no podré usar el ordenador y además aunque pueda no quiero, porque NECESITO evadirme.



Foto de la izquierda es el  Holocaust Mahnmal, es del tema sobre el que tengo que explicar cuando lleguemos allí (y que aún no he preparado).
La foto de la derecha es una foto de Berlín. Cuando vuelva ya pondré fotos del viaje sacadas por mí.





Reflexiones de Ana en una noche sin dormir.

Ana se despertó con los ojos hinchados de llorar, marcados por las ojeras, rojos de no conseguir dormir en toda la noche. Esa tarde había quedado con Domi, un chico ingés que está loco por ella, pero no le apetecía, así que le mandó un sms en el que le propuso dejarlo para otro día.
"Pero Ana ¿Se puede saber qué haces? No es justo. Estás jugando con un chico al que le tienes loco y al que sólo le haces caso porque mientras piensas qué ponerte cuando quedas con él no piensas en Marcos. Creo que es una actitud demasiado egoísta por tu parte, pero tú verás lo que haces." Las palabras de su amiga Carlota resonaban en su cabeza. Sabía que tenía razón, pero no quería hacerle caso. Quería ser egoísta. Necesitaba serlo. Además, ella tampoco le había hecho daño a Domi, le había dejado claro desde el principio que esto era un juego, que no iba a ir más allá "son ratos en los que los dos estamos agusto, pero no hay nada más" le había dicho. Pero ella sabía que si había más por parte de él.
Se puso a desayunar, aunque no tenía hambre, tenía el estómago cerrado. No podía creerselo aún. Marcos le había colgado al reconocer su voz. "Me odia". Se dijo, estremeciéndose al pensarlo. No podía dejar de llorar, fuerte, muy fuerte. Han pasado ya dos años desde que estuvieron juntos pero ella siempre le ha estado esperando. No ha sido voluntario, pero había sido incapaz de dejar entrar en su corazón a otra persona que no fuera él. 
Se acabaron las esperanzas de verlo, de abrazarlo, besarlo, de volver a estar a su lado, de tener una nueva historia sin problemas de por medio.. En un abrir y cerrar de ojos todas esas esperanzas que Ana había ido fabricando poco a poco se habían roto. No podía entenderlo, no había hecho nada malo para que la odiase. Había sido una sensación extraña. Sintió ahogo, como si le hubieran cerrado todas las puertas de casa y sintiera la necesidad de echar a correr y no parar nunca. Y Ana odia correr. Pero en ese momento era lo que más necesitaba en el mundo. Correr, correr, correr.. Y no parar.
"Para Ana. Se acabó llorar por algo que no tiene sentido, que has sido tú la única que se ha hecho ilusiones. Vale que él prometiera un futuro a tu lado, pero lo hizo cuando te quería, y ahora ya no te quiere y te estás aferrando a esa idea. Pero se acabó. No más privados, no mas llamadas, no más mensajes, no más cartas." Y se acuerda de la carta tan bonita y con tanto sentimiento que le iba a enviar. Pero se quedará ahí, en el sobre, dentro de su cajón de los recuerdos. Como su amiga Carlota siempre dice "Tú ya le has tendido tu mano mil veces y él sabe que cuando quiera tu mano puede estar ahí, no puedes pretender cogersela tú también." 
Hoy lo ha decidido. Va a olvidarle, o al menos va a intenterlo. "Y si quiero olvidarme de Marcos, tengo que hacerlo bien". Así que cogió el móvil y marcó el número de Domi. Esta historia sin sentido tenía que terminar ya.

miércoles, 19 de enero de 2011

Y sin embargo, éramos felices

¿Por qué te pones tan triste al pensar en aquellos días? ¿Será que añoras la felicidad pasada? A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor la única felicidad verdadera es la que dura para siempre. Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor inconsciente e ignorado ¿es dolor?

domingo, 9 de enero de 2011

Mis sensaciones a flor de blog

Últimamente he pensado en demasiadas cosas. Me he dado cuenta de que como dice Fito “yo no sé si el mundo está al revés, o soy yo la que está cabeza abajo” No entiendo por qué el mundo está basado solamente en la superficialidad de las cosas. No entiendo por qué no todo va en función de los sentimientos o por qué tenemos miedo al qué dirán, cuando lo único que debe importarnos es ser feliz de la manera que queramos serlo. No entiendo por qué lo bueno está en lo “normal”, ni por qué lo mejor está en lo más caro. No entiendo por qué los sentimientos son una cosa criticable. Y no entiendo lo que ve por “normal” todo el mundo.

Aprovecho para hablar más sobre mis sentimientos. Como he dicho en entradas anteriores, estoy atada al pasado y por más que lo intento, no puedo evitarlo, sigo ahí, estancada, pensando en lo mismo de siempre, en la misma persona de siempre. Pero he entendido lo que me pasa gracias al principito. “No supe comprender nada entonces. Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! Debí haber adivinado su ternura detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla.” Eso es lo que me pasó a mí. Me enamoré completamente, pero jamás supe amarle y tampoco era consciente de estar a su lado. Y ahora que tiene su vida me maldigo mil veces por no haber estado a la altura de las circunstancias, por no haber aprovechado su amor tal y como debería, y sobre todo, de no haberle dado todo el amor que yo sentía. Sabía perfectamente que le quería y todo lo que yo sentía, pero tuve actitudes muy egoístas y no era consciente de que aun siendo una relación diferente, seguía siendo una relación. Cuando todo terminó, yo adopté una actitud completamente infantil, pensando que yo era la buena de la película y echándole toda la culpa a la otra parte. Qué fácil es hacer eso. Lo difícil es ver que la culpa es de las dos partes, o de ninguna, supongo que no quisimos hacernos daño a posta, y si lo hicimos, tendríamos alguna razón para ello. Antes me obcecaba y miraba atrás y no veía más que cosas buenas por mi parte, y ahora mi punto de vista ha dado una vuelta completamente; veo sólo las cosas malas que yo hice antes y después de que todo acabara. Ahora tengo dos opciones: quedarme con el lado bueno, o con el malo. Y yo me quedo con el bueno, con la felicidad, con las sensaciones.. Y es esto lo que hace que me quede atada al pasado. Pero todo esto me ha hecho madurar, y darme cuenta de miles de cosas que antes no hubiera entendido. Me ha hecho ver la vida de otra manera y he aprendido que “no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”


sábado, 1 de enero de 2011

Y Natalia lloró. Lloró como lo hacía cada noche

Antes de nada, feliz año a todos! Espero que este 2011 sea un año cargado de felicidad, un año de recordar, de esos que quedan marcaditos por una cosa u otra. A mi el 2010 se me hizo eterno. Dicen que eso es signo de que no fue bien.. Y la verdad, eso creo que fue. Sólo espero que el 2011 sea un poquito mejor. Bueno, os dejo aquí con otra historia. Ya os contaré el 30 de enero en qué posición he quedado en el concurso de la entrada anterior, aunque como os he dicho, no espero que sea muy buena. Un beso (el primero del año desde este blog!)



Eran las cuatro de la mañana y Natalia no podía dormir. Llevaba horas en la cama dandole vueltas a la misma historia de siempre. Al final decidió levantarse y sacarse todos esos pensamientos que le impedían cerrar los ojos. Encendió el ordenador y se puso a escribir:

Me siento estúpida al escribirte esto, más que nada, porque sé que nunca te lo voy a enviar, pero ya ves, aqui estoy escribiendolo como una tonta, pensado que esto pueda hacer que me sienta mejor.
Ojalá pudieras saber cuanto te necesito, todo lo mal que lo paso día a día, sabiendo que no volveremos a estar asi, como estuvimos. Y es absurdo, estar mal por algo que no va a ocurrir, totalmente, pero ya ves, aun sabiendo que esto es imposible, siento que cada día que no te tengo el corazón me quema por dentro cada vez más.
Quizá si tubiera una esperanza, tan sólo una, de que se repitiera un día a tu lado, con tus besos, tus abrazos, tus te quiero.. quizá fuera otra vez feliz.
En realidad soy una estupida, porque mi felicidad está en la palma de tu mano. Tú puedes hacer que no pare de sonreir, o como ahora mismo sin tenerte, haces que no merezca la pena levantarme. Quizá cuando pase un tiempo sepa que esto de que todo dependa de ti es una idiotez.. pero no puedo hacer otra cosa, yo no controlo mis sentimientos. Y tú, no sé ni como, ni porqué, te has convertido en el centro de mi mundo.
Me gustaría tener el valor suficiente para mandarte este correo, la cosa es que no lo tengo. No me arrepiento de haberte dicho que estoy aun enamorada de ti, porque es la verdad. Lo que no puedo entender es como tú puedes olvidar tan pronto. Sé que yo no he sido tan importante como lo que tú eres y has sido para mi, pero si como tú dijiste, te enamoraste.. No sé. Ojalá yo tambien tubiera esa facilidad de olvidar asi a las personas, la verdad es que todo sería mucho más fácil.
Y nada más, voy a terminar ya mi finjido mensaje, porque la verdad no me sirve de nada, simplemente he escrito todo lo que quería decirte, y la verdad, no ha hecho que me sienta mejor, pero al menos he escrito algo.

Te quiero, y creo que va a ser de esta manera por mucho tiempo.

Cerró el mensaje. Lo guardó en borradores y apagó el ordenador. No lo iba a enviar y lo sabía desde un principio. No tenía la suficiente valentía para hacerlo. Se echó en la cama y lloró. Lloró como lo hacía cada noche. Se había convertido en una costumbre para ella. Pero Natalia no perdía la esperanza, sabía que algún día, en algún momento, iba a ser feliz otra vez.