miércoles, 18 de mayo de 2011

La princesa y el soldado

Te contaré una historia. Sólo para ti, Totó. Sentémonos.
Hubo una vez un rey que dio una fiesta. Las más hermosas princesas asistieron. Un soldado de la guardia real vio pasar a la hija de rey. Era la más adorable, e inmediatamente el soldado se enamoró. Pero, ¿qué era un simple soldado al lado de la hija de un rey? Un día el soldado se las arregló para verla y le dijo que ya no podía vivir sin ella. La princesa quedó tan impactada por la profundidad de sus sentimientos que le dijo: "Si puedes esperar por 100 días con sus noches bajo mi balcón yo seré tuya". Dicho esto, el soldado salió y esperó un día, dos... luego diez, veinte. Cada noche la princesa lo buscaba y allí estaba él, sin moverse. Siempre allí, lloviera o relampagueara. Las aves se posaban en su cabeza, las abejas lo aguijoneaban, pero él no se movía. Después de 90 noches, se veía seco y pálido. Brotaron lágrimas de sus ojos. No pudo detenerlas. No tuvo ni siquiera fuerzas para dormir. Y todo ese tiempo, la princesa lo observaba. Cuando la nonagésima novena noche llegó... el soldado se levantó, tomó su silla, y se marchó...

-¿Qué? ¿Justo al final? 

-¡Justo al final, Totó! No me preguntes qué significa, no lo sé. Si logras descifrarlo, me lo dices...
 


-¿Recuerdas la historia del soldado y la princesa? Ahora entiendo por qué el soldado se fue justo al final. Una noche más y la princesa hubiera sido suya. Pero no había manera que ella pudiera mantener su promesa. Y eso hubiera sido demasiado cruel. Lo hubiera matado. De esta forma, al menos durante 99 noches, él vivía con la ilusión de que ella estaba allí, esperando por él...


Bueno, yo no estoy del todo de acuerdo con Totó. Yo pienso que si el soldado se levantó fue porque pensó que si la princesa lo hubiera querido de verdad, no le hubiera dejado estar 99 días y 99 noches esperándola, sino que habría salido a buscarle mucho antes, y por supuesto, no quería que ella tuviera que estar con él por obligación. Y vosotros, ¿qué opinais?

domingo, 8 de mayo de 2011

Siempre hay una estrella brillando en una noche cerrada

Sal a la calle a media noche sin abrigarte a penas y túmbate en la hierba. Entonces, descálzate. Siente el frío de la hierba mojada, el frescor de la noche y concéntrate en las estrellas. Olvídate de que se hará de día y no busques el sol, pues no lo verás hasta que no salga. Y así, cuando menos te lo esperes, verás amanecer. Solo es eso, vivir con lo que toque en cada momento, porque después de una larga noche, el sol siempre sale por el este.