Esa mañana Manuel se despertó temprano, como de costumbre. Y vio que su mujer no estaba acostada junto a él, como cada día, como siempre, como había sido durante treinta años.
Le pareció extraño, pero supuso que habría una explicación, así que cogió el teléfono y marcó su número. Nada. No daba señal, el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura. Decidió ir a la cocina para desayunar, ya que si no, iba a llegar tarde a trabajar y eso era algo que no soportaba. Pero cuando entró encontró algo que podía despejar todas sus dudas. Colgada de la nevera sobresalía una nota, una nota que desequilibraba el espacio y el pulso de Manuel, una nota que no podía pasar desapercibida hasta acabar con el desayuno. No. Era una nota importante. Y él lo sabía. Así que no se lo pensó dos veces y la abrió:
Lo siento Manuel. Me he marchado para no volver más.
Siento haber sido tan cobarde al no tener el valor de decirte que he conocido a otra persona que me ha hecho entender que la vida no es aferrarse a alguien por comodidad o “porque es lo que toca”. Yo quiero ser feliz, y aprovechar el amor que desde hace tanto tiempo no quedaba en nosotros, pero que sí queda en mi.
Espero que seas feliz y que sepas que nunca he querido hacerte daño, pero en la vida hay que ser egoísta y buscar la propia felicidad.
Te deseo lo mejor.
Marta.
Desde ese momento nada volvió a ser igual para Manuel. Se concentraba en su trabajo y pasaba más tiempo en él que en ningún otro lado. Incluso trabajaba sábados y domingos. Era profesor de matemáticas, y el mínimo examen le servía para poner clases a cualquier momento. Quería mantenerse alejado de todo, porque mientras trabajaba los problemas matemáticos ocupaban toda su cabeza. Pero cuando llegaba la noche, la casa se le caía encima. La idea de dormir en una cama vacía le atormentaba. A veces le faltaba el aire y de madrugada tenía que levantarse para ir a pasear por parques lejanos que no le causaran ningún recuerdo. Engullía la comida con el único objetivo de mantenerse con vida y no por disfrutar de ella. Cuando encendía la televisión, en realidad no la veía, ya que le recordaba a las discusiones tontas que tenían todas las noches sobre qué canal escoger.
Cada día seguía siendo igual de triste para Manuel, aunque ya hubieran pasado más de cinco meses desde su marcha. Pero aún así no podía acostumbrarse y todas las noches se torturaba pensando qué pudo fallar, o que pudo hacer mal para que Marta echara todo a perder.
Intentó llamarla varias veces, aunque sólo fuera para oír su voz una vez más. Pero ella nunca le respondió las llamadas.
Un sábado a las siete de la tarde le llamaron al teléfono y corrió hacia él esperando que fuera ella (es lo que llevaba haciendo desde que se fue cada vez que le sonaba el teléfono), pero tampoco hubo suerte esta vez, era un buen amigo, que hasta el momento nunca le había fallado y que había estado muy pendiente de él durante todo este tiempo.
-Te veo en una hora en la cafetería de siempre. –Le dijo.
-La verdad es que no me apetece mucho salir…
-Te veo después y si no apareces lo tomaré como un plantón y ya sabes que opino yo sobre eso. –Y colgó.
Marcos, un buen amigo. Sabía que Manuel necesitaba salir y esa era de la única forma que lo iba a conseguir.
A las ocho, como era previsto, Manuel y Marcos se vieron en la cafetería de siempre. Hablaron, recordaron historietas del pasado, rieron, pero Manuel solo se reía por fuera, porque por dentro seguía teniendo ese nudo en el estómago con el que no había dejado de vivir durante los últimos meses.
-Creo que es el momento de contarte algo. –Dijo Marcos. –No te lo había dicho porque pensé que ibas a superarlo en poco tiempo y que no había por qué darle vueltas, pero no puedo verte sufrir así. ¿Te acuerdas del chico joven que estuvo en vuestra casa un mes antes de que ella se marchara? Pues bien, era su amante. Y ella lo invitó a casa; quería probar si tú reaccionabas ante eso. Intentó convencerse de que quizá lo vuestro cambiaría. Pero vio que no. Que tú no dabas ninguna muestra de celos, así que decidió huir, con él, hacia una vida nueva, a Australia, lejos, muy lejos de todo esto. Marta se lo contó todo a mi mujer, y después de que se marchara, ella me lo contó a mí.
-Espero que sea feliz. –Dijo Manuel con los ojos fijados en un punto, por miedo a que alguna lágrima resbalara por sus mejillas y delatara el dolor de su corazón.
-Sabes que puedes contar conmigo cuando quieras, ¿no Manuel? –Le preguntó.
-Claro.
-Pues deberías desahogarte conmigo, o con quien prefieras. Pero con alguien. No puedes tragarte toda tu tristeza, porque al final acabarás dentro de un pozo del que te será muy difícil salir, y todos los días serás amenazado por esos nudos en el estómago que nadie soporta, y lo peor de todo es que cuando quieras que alguien te ayude, será demasiado tarde, porque ni si quiera tú sabrás entenderte. Sé que siempre te ha apasionado tu trabajo, pero estos últimos meses es lo único que haces. No tienes vida Manuel. ¡Te pasas horas en esas clases y te has olvidado de todo lo que no sean hojas y hojas de exámenes! Estás huyendo de tus fantasmas del pasado, pero ¿sabes que te digo Manuel? Que huyendo no conseguirás nada. Tienes que enfrentarte a ellos aunque sea difícil. Tienes que llorar y contarle al mundo lo que te pasa. Tienes que llegar a casa y poder estar a gusto porque ES TU CASA. ¡Tienes que crear nuevos recuerdos y no quedarte siempre encerrado en el pasado! Por favor Manuel, déjame estar a tu lado… No hagas las cosas más difíciles de lo que son.
Manuel lo miró con ojos llorosos, se levantó de la silla y le dio un abrazo. Quizá todas las personas de la cafetería pensarían que estaba loco. Pero eso era lo que menos le importaba. Su amigo Marcos tenía razón y tenía que empezar su nueva vida. Sí, quizá le costaría. Pero la vida es como un problema matemático: por mucho que te cueste y que no lo entiendas, al final siempre tiene solución. Y él era todo un experto en resolver ese tipo problemas.
Este texto lo escribí para un concurso de relatos cortos de Castilla y León al que mandé hace poquito.. No espero ganar, para NADA, pero me hacia mucha ilusión presentarme.. Y lo pongo aquí por si a alguien le apetece leerlo y darme su sincera opinión :)
Espero que lo hayais pasado muy bien en noche buena y navidad y que Papá Noel se haya portado muy bien! Yo estoy muy feliz de compartir el blog con todos vosotros ya que sois los que haceis que este blog siga adelante y que cada día mire con ilusión a ver si hay una sensación más. Muchísimas gracias!