Él está confundido. Por los gritos, por la rabia, por el amor rebentado, por el dolor físico, un corazón roto, una amistad partida, una emoción despedazada, un sentimiento turbado, curvado y cortado. Así se siente. Con la música zumbando intensamente en la cabeza y una fragilidad interior, una sultil aflicción, una lágrima repentina y el deseo de no hablar.
-¿Qué pasa? -Se ha acabado y ya está.
¿Acabado? Esa palabra es casi como un grito desgarrador. Al oirla pronunciada en su mente, su corazón parece retorcerse y extenderse como un elástico de absurdas capacidades, tenso como un arco violento y listo para lanzar la dolorosa flecha, más y más tenso, hasta lo inverosímil, hasta romperse como cinco cuerdas de un instrumento llevadas a la exasperación, el último hálito de un viejo cantante de rock en su último bis, el último canto de un viejo cisne, ya ronco. Cuánto echa de menos esa sonrisa. Querría sentir todo eso y mucho más. Ni si quiera el peor de los dolores físicos puede compararse con el que siente en estos momentos su corazón. El absurdo de ese vacío neumático, la ausencia total de todo, como respirar en un mundo sin aire, como beber de un vaso vacío, como tirarse a una piscina sin agua, la ausencia de cualquier sonido, palabra, color, alegría, felicidad, sentimientos cristalizados, como si el mundo se hubiera partido por la mitad. Así es el vacío desgarrador que siente Alex.
Siento haber estado desaparecida este tiempo, pero he tenido la cabeza hecha un lío y no baría sabido ni que escribir..